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Eduardo Verástegui: un "tío" normal

Le hace gracia -como en general a todos los latinoamericanos- lo de "tío": "aquí lo usamos para todo", ha comentado alguna vez, divertido... Y es así: de verdad, Eduardo Verástegui es un "tío" normal. Bien: es cierto que es actor, que está en Hollywood y eso no le pasa a todo el mundo; sí, pero quitando todo esto, es una persona que tiene que luchar para estar donde está y mantenerse en sus convicciones. El 20 de octubre vino a la UIC a dar una conferencia para explicar su experiencia y pude estar bastante rato con él. Creo que ha sido una opinión bastante unánime de entre las más de 800 personas que le escucharon. Su modo de contar y de hablar le hace ser muy cercano.

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Cuando llegó a la universidad, estábamos varios para recibirle. Me saludó como a alguien que ya le conocía (he estado con él en otras ocasiones: en Barcelona para hacerle una entrevista y en Madrid, donde le di un ejemplar del libro sobre él). Me dijo que le gustó mucho el libro: el estar escrito en tercera persona -alguien que hablaba sobre él- lo hacía mucho más real, por decirlo de algún modo.

Contrariamente a lo que se podría esperar, Eduardo Verástegui es un hombre muy tímido, pero se supera a sí mismo muchas veces, para poder hacer lo que está haciendo. Nunca hubiera pensado que su deseada vida del espectáculo -aquella que buscó desde muy pequeño- le llevaría por todo el mundo explicando su conversión y luchando por la defensa de la vida.


Sobre la vida hablamos en el rectorado de la UIC, en un rato agradable de tertulia que tuvimos, antes de firmar en el libro de honor de la universidad. Contó que, hablando con un médico abortista, le contó la historia de un médico de Estados Unidos que dejó de abortar por algo que le pasó y le impactó.
Se trataba de un médico que practicaba muchos abortos al año. Un día, su familia se estrellaron en un jet particular que cayó en un cementerio. Dio la "casualidad" que el lugar justo en el que se estrelló había un monumento dedicado a los niños no nacidos por aborto... Eso cambió por completo su vida.
Al terminar su historia, Verástegui le preguntó: "si este tuvo que sufrir esto, a ti, ¿qué te tiene que suceder para que te des cuenta del mal que estás haciendo?"... Eduardo Verástegui le regaló una medalla de la Virgen Milagrosa bendecida por el Benedicto XVI, y el médico le dijo: "Gracias; la necesitaré".

El actor de Bella estuvo muy bien estos dos días en Barcelona. Le gustó mucho. En la conferencia estuvo muy a gusto y -¡qué paciencia, la suya!- atendió a todos -y, principalmente, a todas- los y las que tuvieron ocasión de acercarse a él.

Por la noche, todo el equipo estuvimos cenando. Al finalizar nos despedimos y me dio un gran abrazo. Pudimos hablar de un posible proyecto de un nuevo libro. Dios dirá.

Eduardo Verástegui no es un santo (éstos sólo están en el cielo). Pero sí es una persona que sabe cuál es su meta; comprometida y que quiere ser cada día un poco mejor. Me dedicó uno de los libros y se lo agradezco sinceramente.

A él quiero dedicarle esta entrada y le animo en todo su trabajo.


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  1. gravatar

    # by Itzel - 24 de octubre de 2009, 2:27

    Muchas felicidades por tu trabajo como comunicador. Es la primera vez que te leo y me ha agradado tu manera de escribir: ligera, amena y familiar. Tienes una gran variedad de temas y me agrada mucho el enfoque con que los tratas.
    Por otro lado, coincido completamente contigo en que Eduardo Verástegui es "un tío normal" porque normal debería ser que a este mundo viniéramos a cumplir la misión que Dios nos ha encomendado.
    Reitero mis felicitaciones por tu trabajo.
    Itzel

  2. gravatar

    # by jaumefv - 25 de octubre de 2009, 21:36

    muchas gracias, Itzel. me alegro que te guste. es bueno recibir este tipo de comentarios, porque le anima a uno a seguir trabajando así :)

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    # by Fina S. - 30 de octubre de 2009, 10:08

    Jaume: Ya conocía la conversión de Eduardo Verástegui. Tu entrevista con él, y también tu escrito, me han gustado mucho. Gracias. A este respecto recomiendo la impresionante Epístola a Diogneto (s.II dC). Se considera una joya de la apologética cristiana. Puede encontrarse en Internet. Una traducción mejor, pero que no incluye el texto completo: aquí. Más comentarios sobre esa Epístola: aquí

    Acabo de descubrir tu blog y veo que es super interesante: ¡¡¡ ENHORABUENA, JAUME !!!