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¿Quién es el hombre? Mis conversaciones con un viejo profesor

Esta es una entrevista que hice hace ya unos años. Salió publicada en el número doble de agosto-septiembre de 2008, en Mundo Cristiano. Esa fue la versión larga. Otra versión -más corta- salió en Newsuic. Y es que el entrevistado, Francesco d'Agostino -presidente del Comité Nacional Italiano de Bioética-, estuvo en la UIC para el congreso internacional sobre familia y sociedad. Estuve con él un poco más de una hora y, contrariamente a lo que uno se podría imaginar, fue un rato muy entretenido y, sobre todo, muy interesante. Pero bueno, no me enrollo, y os la dejo aquí, según una de las primeras versiones y cómo salió publicada.

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Francesco d’Agostino (62) es uno de esos profesores que cualquiera hubiera deseado tener en la universidad. Alguien que, con su discurso, te hace pensar, pero que a la vez es consciente de  que puede aburrir y es capaz de reírse de sí mismo. El pasado 15 de mayo estuvo en Barcelona, en la Universitat Internacional de Catalunya, para dar la conferencia inaugural del Congreso Internacional sobre Familia y Sociedad, organizado para celebrar los diez años de la institución. “Elementos para una filosofía de la familia”: es de lo que habló. Del hombre y su ser naturalmente familiar, y del papel que tiene el Estado: “no puede calificar como familia algo que no lo es; su obligación es reconocer los roles familiares, y defenderlos”. Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Roma “Tor Vergata”; profesor visitante en París, Madrid, Buenos Aires, Pamplona…; presidente de la Union Internationale del Juristas Catholiques; miembro de la Pontificia Academia pro Vita y consultor del Pontificiu Consilium pro Familia; miembro, desde su creación en 1990, del Comité Nacional Italiano para la Bioética, del que asumió la presidencia un par de veces y hoy es Presidente Honorario… Autor de varios libros entorno a la bioética, familia y derecho, traducidos a idiomas del mundo entero. Con todo, está lejos de una altanería que podría ser propia de su largo currículo. Habla con claridad y sencillez.

¿Qué cree usted que está pasando hoy, con la familia?
En este momento histórico estamos asistiendo a un conflicto que va a marcar época: la batalla entre una visión individualista del hombre y una visión relacional. Yo estoy convencido de que la auténtica es la relacional, pero la otra es muy funcional, por decirlo de algún modo… y ampliamente extendida en el mundo anglosajón. Precisamente esta visión es la que está atacando la familia, por su clara naturaleza relacional. Es algo muy sutil: no un simple negarla, no. Sobre todo se confunde con formas de relación que lejos están de ser algo familiar.

¿Por qué este ataque?
La familia crea unos vínculos indisolubles que no puede crear cualquier tipo de relación. Tan fuertes que ni siquiera el divorcio puede eliminarlos: sí puede liberar del futuro, pero nunca del pasado. Y eso, para el individualista, es inadmisible. Por eso, no es difícil darse cuenta de que el gran triunfo del individualismo sería la destrucción de la familia.

¿Por qué dice “sería”…?
A lo largo de la historia, la familia ha sufrido deformaciones y violencia de muy diversa índole, y esto es parte del gran misterio del pecado que atraviesa la vida de la humanidad. El mal siempre está ahí, pero nunca podrá falsificar qué es realmente la familia. Es un tema muy importante no sólo por sí mismo: en mi opinión, salvar la relacionalidad (y en este caso, la familiar) es salvar la identidad del hombre y de la mujer de hoy y de siempre. Somos animales familiares; es algo que está en nuestra naturaleza. El hombre es persona porque habla; habla porque alguien le ha enseñado… ¡no puede haber un lenguaje individual!...; son relaciones gratuitas y el prototipo de la gratuidad es precisamente la familia. Por eso, si eliminamos la relacionalidad, perdemos la identidad y una serie de experiencias humanas fundamentales ligadas a esta gratuidad: la experiencia del amor, la belleza, la aceptación de la vida temporal (inicio y fin)

Así, también la muerte adquiere su sentido
Efectivamente. En cierto modo, toda la familia humana es llamada a la eternidad. Los padres aceptan más la mortalidad porque tienen cerca a los hijos y nietos y se entiende que esta vida se da y sigue adelante precisamente por esta donación. Para el individualista, la muerte lo es todo; lo destruye todo. Es un final. Por eso, luchar por la familia, no significa luchar por un modelo anticuado, tradicional, pasado de moda o “católico”. Significa llevar adelante la batalla de la identidad relacional del hombre, como verdadera y auténtica identidad humana. Por decirlo de otro modo: la lucha por la familia es la lucha por la felicidad; un empeño por garantizar la única y auténtica felicidad que el hombre puede conseguir. Cada uno de nosotros es feliz si puede compartir con los demás su propia felicidad… Y si es eterna, mejor. Basta ver un partido de fútbol, para ver lo que es la felicidad compartida.

Si esto es tan claro, ¿por qué hemos llegado al punto de negar a menudo estos valores?
Por un lado, la cultura moderna occidental está muy influida por la anglosajona, con una fuerte carga individualista. Además, en la economía política de hoy, el mero protagonista es el individuo, no es la comunidad. Existen economías alternativas que niegan el primado del individualismo, pero, desgraciadamente, son minoritarias… aún habiendo dado buenos resultados.

¿Y la secularización?
Sí, yo creo que es una de las causas principales de esta situación: la negación de la religiosidad. Y tiene su lógica: la fe es totalmente relacional. Para el cristiano, la oración más importante está muy lejos de ser individualista: “Padre nuestro”… Podría haber sido “mío”; pero no. Cristo dijo “nuestro”. Significa que yo debo rezar con mis hermanos, en comunidad. De hecho, también el Islam reza así. En la lógica de la fe, la fraternidad es un presupuesto porque hay un Padre común. La secularización es individualista porque niega la existencia de Dios y, negándola, cree simplemente en sí misma –en cada individuo–.

Ideología de género

¿Cree que hoy existen distintos modelos de familia?
Este es el gran tema de la ideología de género: el hombre o la mujer no nacen, “se hacen”… Pero volvemos siempre a lo mismo: es una ideología que tiene su origen en la pretensión individualista que dice: “yo elijo mi identidad”. Esto, biológicamente es absurdo e irreal. Nuestra identidad sexual está presente en todas nuestras células, no sólo en las sexuales. Es cierto que puede haber alguien con alguna anomalía sexual, pero siempre tendrá los cromosomas dominantes. Por eso, desde un punto de vista lógico no puede existir el andrógeno del mito griego, el hermafrodita. Psicológicamente es un signo de narcisismo infantil: el narciso se enamora de su misma imagen reflejada en el agua cristalina del río, y al quererse abrazar, se ahoga. Era la explicación que daba Freud y, en esto, tenía razón. Por eso, los que sostienen esta ideología, sostienen también que, si uno puede elegir su sexo, también puede elegir con quien “emparejarse”, sea o no del mismo sexo.

Pero, si como usted dice, estamos hablando de algo tan irreal, ¿por qué se promueve desde las altas esferas?
Porque es plenamente coherente con el individualismo. Si pudiéramos elegir nuestra sexualidad, seríamos señores de nuestra identidad… No es cierto, pero así lo piensan. El cambio de sexo, por ejemplo, es uno de los fraudes más graves de la mente: un individuo que no se reconoce, que se opera para cambiar de sexo… es un engaño: sigue siendo el que era antes, pero con una operación plástica que no le permite actuar como un hombre o una mujer real. Es un desastre. En este sentido, Zapatero ha tomado una medida inteligente: es algo mental, no es un hecho anatómico; pues basta con darle la “satisfacción anagráfica”, sin operaciones quirúrgicas; es decir, un simple cambio en el documento de identidad. ¡Y ya está!

Con esto, no se soluciona nada
Claro que no. Es una salida al ridículo. La realidad es otra distinta: así como para los animales la sexualidad es un hecho biológico, en el hombre tiene una base biológica, pero tiene, también, la necesidad de una elaboración antropológica. En esto, Freud dio una explicación muy buena, en mi opinión. Él decía que la sexualidad del niño cuando nace se manifiesta indiferenciada y genérica. A medida que va creciendo, se relaciona con el padre, la madre, los hermanos, etc., y va asumiendo su papel de hombre o mujer…

… y cuando los dos padres son del mismo sexo…
Se está experimentando en la piel del niño, y nadie sabe qué le puede suceder. Solo se ve que es algo muy peligroso. Hoy por hoy no existen pruebas definitivas de que la homosexualidad tenga una causa cerebral. Yo creo que la teoría freudiana que explica este hecho es una de las mejores: el niño acaba homosexual por una alteración en las relaciones del triángulo generacional; cuando hay, o en el padre o en la madre una alteración neurótica tal, que entra en un estado de confusión, de miedo sexual que lo lleva a tener miedo del sexo opuesto, y a identificarse con el suyo propio: el otro es peligroso, por misterioso. Eso no significa que sea materialmente necesaria la presencia del padre y de la madre. Es el caso de los huérfanos: una mujer viuda, habla del padre, y tiene que tener un profundo respeto por el sexo contrario de su hijo, para que pueda crecer en un estado de equilibrio.

De todos modos, se ha quitado la homosexualidad de la lista de patologías
Sí, y eso es un problema que se fundamenta sobre una hipocresía. Incluso Freud lo consideraba como una patología desde el punto de vista médico. Pero esto no significa discriminarlo, sino todo lo contrario. Como patología, la homosexualidad tendría unos derechos de atención propios de cualquier otra enfermedad del estilo. Pero esta banalización de lo que realmente es, le quita estos derechos. Y si negamos que sea una patología, ¿por qué no lo negamos, también, para la pedofilia, el sadismo, la necrofilia…? ¿Cuál es la finalidad? ¿El “todo va bien y no hay ninguna patología”? Afirmar esto es muy atrevido.

Bioética

En el campo de la bioética, ¿cuál será el tema más candente en los próximos años?
Lo estamos viendo últimamente en Inglaterra: la posibilidad de hacer lícitos los embriones híbridos, de humanos y animales. La cuestión está en que se quieren conseguir más embriones porque los sobrantes de fecundaciones artificiales no son suficientes. Por eso, comenzaron por fabricarlos. Ofrecían 250 liras esterlinas a mujeres extranjeras que “donaban” óvulos, con los que hacían embriones en probeta. Además, les pagaban todos los gastos de viaje y estancia. ¿No es un poco hipócrita llamar “donación” a algo que pagas? Bueno, el caso es que tampoco era suficiente: pocas mujeres, y muy caro. ¿Qué decidieron? Probar con óvulos de vaca y fecundarlos con esperma humano… Así se consiguen embriones a un coste bajísimo: ¡a qué lógica hemos llegado!

¿Y qué sale de ahí? 
Aún no podemos decir qué vendrá: están en los inicios. Algunos dicen que son experimentos condenados al fracaso, porque no viven. Pero el problema está en que aunque fuese un animal con alguna característica humana, la violencia infringida a la humanidad es incalificable. Nos encontramos ante una manipulación radical de la identidad humana. Y aquí no hay una vía intermedia: o la respetamos, o le hacemos violencia; no podemos hacerlo en parte. Este es el gran problema que la humanidad tendrá que afrontar en los próximos años.

Y todo ello, “porque es más barato”…
Los científicos implicados dicen que es un avance para la investigación, pero lo mismo decían los nazis. Hay muchos experimentos que hicieron con los judíos que han dado resultados excepcionales. Lo más atroz es que “gracias” a como encerraban a judíos en cámaras frigoríficas y les bajaban la temperatura lentamente hasta que morían, sabemos todo sobre la muerte por congelación. ¡Asesinando centenares de judíos! Se justificaban diciendo que los judíos no eran humanos mientras que estos científicos ingleses, también parten de la idea que la vida prenatal no es una vida humana auténtica.

¿No estamos entrando en un terreno en el que discriminamos a seres porque no son como queremos?
No sólo eso, sino que las consecuencias de este planteamiento atacan de pleno la esencia de la democracia de que todos somos iguales en dignidad, aunque distintos en funciones. Este, pienso que es el peor futuro que se pueda imaginar para la humanidad, porque la democracia se mantiene haciendo un equilibrio fragilísimo; es una especie de ficción.

¿Se puede hablar de todos estos temas –bioética, familia, sexualidad…– desde una visión no cristiana? 
Sí, soy católico, pero esto último lo decía Habermas, que no era precisamente cristiano. Y he hablado también de Freud. Hasta ahora he usado sólo unos parámetros antropológicos, no cristianos. Mejor, digámoslo de otro modo: el individualismo que subyace en todos estos problemas es una herejía cristiana: viene del protestantismo, que busca una relación individual con Dios. Es más, en la tradición oriental confuciana no existe el individualismo. Si bien es cierto que hoy la única fuerza cultural que habla de la antropología es el cristianismo, también lo es que es algo accidental en la historia. Del mismo modo como que durante el Renacimiento, el arte fue protegido por los papas: si no, el Renacimiento hubiera muerto. En este sentido, se puede decir que la antropología ha sido salvada por la Iglesia; pero es una salvación ocasional, no es un nexo necesario, pero históricamente ha sido así.

¿Cómo ve el futuro?
Aquí sí que sólo cabe una respuesta cristiana, porque sólo el cristianismo habla de la esperanza como virtud y más, como virtud teologal. Más allá del cristianismo o de las herejías cristianas, el futuro no existe. También el marxismo es una herejía cristiana: la liberación del proletariado es una forma secularizada del Reino de Dios. Y el Islam, y el judaísmo… Como cristianos tenemos el deber de la esperanza y del pensar que todo lo que sucede, sucede para el bien. Yo creo que, como todas las cosas antropológicamente falsas, caerá por su propio peso. Aunque a veces cae después de mucho sufrimiento, muchas vidas, mucho sacrificio… El ejemplo clásico es el nazismo: es falso objetivamente. Nadie demuestra que un negro, o un judío sea menos que cualquier otra persona… La esperanza nos dice que tarde o temprano todo esto, acabará.








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