tag:blogger.com,1999:blog-30488834832054397862024-03-05T10:22:21.955+01:00RescritoDe artículos, entrevistas y otras "rescrituras"jaumefvhttp://www.blogger.com/profile/08949372826306153910noreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-3048883483205439786.post-41105326229582151792012-02-08T14:01:00.000+01:002012-02-16T10:45:51.190+01:00Un periodista con vocación de curioso... o al revés<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<img border="0" height="231" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJF-S9qhPBme9gKbPTrvixVDRVoJVoh_0-3GgGn1WhOOhNvMTeuv_lyIJiBHlIYOaaPxo_Dux-DBxyoWA7_FDMocfW8t7Ak87x9q94I3NNkHIBNFYHQalZhf-jEbtuyFHfRvw5uWpUZwIx/s400/ARTURO+SAN+AGUSTIN+1.jpg" width="400" /></div>
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Arturo San Agustín me dijo que un periodista es aquél que tiene hambre de saber: es un curioso que no se cansa de buscar la noticia para poder informar. Con la máxima objetividad de la que sea capaz. Él, me parece que cumple muy bien con su definición. Inquieto y trabajador. Le encanta "leer" la información que se desprende del día a día del ciudadano: en las ramblas, en avenidas y plazas, en una cafetería... De hecho, así estuvimos hablando, en una cafetería céntrica de Barcelona, con uno de los primeros fríos del invierno barcelonés. Hablamos del <i>perro verde</i> de su libro y de lo que encontró en el Madrid de las JMJ. Y mucho del Periodismo, y algo de la actualidad -de las <i>intríngulis</i> que él conoce bien.<br />
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Hablando del Papa -de este Papa Ratzinger-, me comentó que una de las cosas que más le impresionaban de él era cómo miraba a la su interlocutor. "Se nota -me decía- que es una persona que te escucha y está pendiente de ti en ese momento". Como si no hubiera nadie más. Quizá por eso este <i>observador de miradas</i> también sepa estar pendiente de su interlocutor: de agradable conversación; <i>escuchador</i> y atento. Estábamos él y yo... y el frío barcelonés. Y ya está... Bueno: y un simpático hombre que se prestó a hacernos algunas fotos...<br />
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<span class="fullpost"><b>El <i>perro verde</i> del que habla en el título se refiere a sí mismo. <i>Entre los jóvenes del Papa</i>. Arturo San Agustín (1949) se autodefine como un “tío raro”. Y su editor, lo remarcó: “¡Es el libro que estaba esperando! –me dijo, reconoce el autor–. Tú, ¿crees en la Providencia…; pero ‘Providencia’, con la “p” mayúscula? –Sí. –Pues es lo que quería: que un tío raro como tú escribiera sobre la JMJ…”. Y es que San Agustín, no es precisamente un santo. “En el colegio me llamaban ‘Demonio Agustín’. Quizá por mi apellido, acabé por encontrarme con el de Hipona y me gustó. Y también quizá por ello, admiro a Benedicto XVI. Su discurso te hace más grande –magnánimo–, porque te eleva a lo divino. Es un intelectual y se nota. Posiblemente no comulgue con todo lo que diga, pero me gusta mucho”.</b><br />
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<b>Columnista y diseñador, premiado varias veces por las innovadoras portadas de <i>El Periódico de Catalunya</i>, hoy, fundamentalmente se dedica a escribir libros. Libros crónica: el periodismo más auténtico; “mucho más apasionante que la novela”, dice. Por ello, alguno lo ha definido como el <i>Gay Talese español</i>; como el que –junto a Tom Wolfe– creara el llamado ‘nuevo periodismo’. Premiado, también, por sus entrevistas, una de ellas fue exclusiva mundial, a Federico Lombardi, portavoz del Papa. Hoy, el entrevistador entrevistado dice que le queda otro trabajo… o un sueño: “me encantaría entrevistar a Benedicto XVI. Intentaría que la gente lo conociera mejor. Es una persona que dice muchas cosas, incluso a los que creen que no creen, pero creen… ¡Eh! Aún pienso que acabaré consiguiéndola”.</b><br />
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<span style="color: #990000;"><b>Me reconforta leer al Papa Ratzinger y pienso que si la gente lo leyera más se acabarían muchos problemas</b></span>. Dejaríamos de comprar libros de autoayuda o de falsa espiritualidad, que no sirven para nada. De los textos de Benedicto XVI uno sale reconfortado, con más esperanza porque es un hombre que tiene mucho que decir y lo sabe decir. No es verdad que para que sea muy elevado, un texto necesita ser complicado… Decían de Eugenio d’Ors que cuando dictaba sus textos, preguntaba: “¿Se entiende? –Sí, sí… –¡Pues oscurézcalo un poco!”<br />
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<b>Por eso fue a escucharle en Madrid, por la JMJ</b><br />
Por eso, pero sobretodo porque <b><span style="color: #990000; font-size: large;">me revienta ver cómo en España todo el mundo se permite el lujo de dar palo a la Iglesia Católica porque sí</span></b>. Aquí, a la mínima que haces algo que parece que estés a favor de la Iglesia, quedas etiquetado. Yo siempre he escrito lo que me ha dado la gana y nunca he tenido problemas; pero si hubiera entrevistado al <b>Dalai Lama</b>, en vez de al portavoz vaticano, las sonrisas “sottovoce” no existirían. ¿Por qué? Además, mi padre, que era anarquista, siempre me decía que, como periodista, tenía que denunciar lo que veía. <b><span style="color: #990000;">“Estáte atento porque, en este país –decía–, cuando hay problemas graves, aparecen los <i>comecuras</i>”</span></b>. Y viendo el ambiente que existía en las visitas del Papa actual, me dije que tenía que escribir una crónica periodística: hecha por un periodista que intenta ser objetivo y quiere explicar lo que ha visto. Y ya está.<br />
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<b>Y, ¿qué vio?</b><br />
Descubrí o <b><span style="color: #990000;">corroboré algo que oí a menudo por parte de muchos de mis colegas u otras personas de mi entorno: que los jóvenes católicos son gente normal</span></b>. “¡Claro que son normales! –Le dije a un anciano que se sorprendía, en Barcelona, de ver el espectáculo de peregrinos que fueron recibidos por Sistach y me decía lo mismo. –No tienen dos orejas, ni tres ojos… –¡No, no! Usted ya me entiende: son normales”. Ahí vimos a miles de jóvenes católicos desinhibidos, jóvenes que no daban miedo: alegres, optimistas. De alguna manera, creo que lo mejor que se puede decir de la JMJ es que vi futuro; un futuro optimista, no ingenuo. Es verdad que la cosa no está como para tirar cohetes, pero vi gente que cree en el futuro.<br />
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<b>¿Por qué deberían dar miedo, los jóvenes?</b><br />
No lo sé. Eso de que “son normales”, interiormente demuestra que tienes miedo a la juventud. Hace unos años, los únicos que no daban miedo eran los jóvenes: por su alegría, por su esperanza, por la humanidad que irradiaban… Hoy, cuando ves a un grupo de según qué jóvenes, te da miedo. <b><span style="color: #990000;">En Madrid, no fue así: más de un millón que me hizo sentir más joven</span></b>.<br />
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<b>¿Volvió cambiado?</b><br />
No es que volviera cambiado: sigo siendo el mismo de antes, pero habiendo constatado, también, que el futuro de la Iglesia es evidente que pasa por los laicos. <span style="color: #990000;"><b>El problema es que la jerarquía sigue sin saber comunicarse en determinados temas. <span style="font-size: large;">En parte es culpa nuestra, de los periodistas, pero también suya</span></b></span>; pienso que la Iglesia Católica tiene un papel muy importante en el mundo de hoy, mayor que el que la gente cree.<br />
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<b>¿Le fue fácil publicar su libro?</b><br />
¡Qué va! La gente me preguntaba si daba palos a la Iglesia –por lo que se ve, tengo fama de eso, cuando escribo– y, al saber de qué iba la cosa, me decían que de la Iglesia sólo se puede hablar para dar palos. “Pero, ¿no sois intelectuales? <b><span style="color: #990000;">¡Pregúntame si está bien escrito!” Nada. Este libro ha sido para mí un ejercicio de libertad personal</span></b>. Y cuando ya estaba desesperado, un amigo mío encontró al editor que me dijo si creía en la Providencia, con la “p” mayúscula…<br />
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<b>¿Hemos dejado de creer en nosotros mismos?</b><br />
<b>Indro Montanelli</b> es un personaje que decía cosas con mucho sentido común. Una de ellas era aquello de que los italianos no saben que son católicos. <b><span style="color: #990000; font-size: large;">Aquí nos pasa lo mismo: culturalmente somos católicos. No medio, sino del todo. Hay que aceptarlo para saber quién eres</span></b>… También me gusta mucho lo que decía el entonces cardenal Ratzinger, en uno de sus libros entrevista: “Europa no se quiere”. Los europeos nos estamos suicidando culturalmente. No sé por qué tenemos este complejo de inferioridad. Es verdad que hemos hecho muchos disparates, pero también grandes cosas buenas. “Europa no se quiere”: una frase tan simple como esta me hizo pensar mucho…<br />
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<object align="center" classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000" id="5ae560d7-8b34-c5b4-067d-b6e29f2301d0" style="height: 280px; width: 420px;"><param name="movie" value="http://static.issuu.com/webembed/viewers/style1/v2/IssuuReader.swf?mode=mini&shareMenuEnabled=false&shareButtonEnabled=false&searchButtonEnabled=false&backgroundColor=%23222222&documentId=120208131437-22c2ee4eb3ed4a23a94b7d979be48796" />
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</span>jaumefvhttp://www.blogger.com/profile/08949372826306153910noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3048883483205439786.post-62703988219518225572010-06-23T17:51:00.017+02:002012-01-25T16:01:11.211+01:00¿Quién es el hombre? Mis conversaciones con un viejo profesor<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<img border="0" height="208" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpjLNupawVgMQt5IYw1E3nzBnkORoCNfaW22SbCqOexUfOdErD5uNrrDek2TOoTNeyI1Z1d7gSHx_FOHWL3B2AyE71SdWEyfigG8TJBJf2sOyww3HSxZcNFO88rknSnF6YcYK8WGYvtv9G/s640/mafalda-veo-veo.jpg" width="640" /></div>
Esta es una entrevista que hice hace ya unos años. Salió publicada en el número doble de agosto-septiembre de 2008, en <i>Mundo Cristiano</i>. Esa fue la versión larga. Otra versión -más corta- salió en <i>Newsuic</i>. Y es que el entrevistado, <b>Francesco d'Agostino</b> -presidente del Comité Nacional Italiano de Bioética-, estuvo en la UIC para el congreso internacional sobre familia y sociedad. Estuve con él un poco más de una hora y, contrariamente a lo que uno se podría imaginar, fue un rato muy entretenido y, sobre todo, muy interesante. Pero bueno, no me enrollo, y os la dejo aquí, según una de las primeras versiones y cómo salió publicada.<br />
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<span class="fullpost"><a bitly="BITLY_PROCESSED" href="http://rescrito.blogspot.com/2010/06/quien-es-el-hombre-mis-conversaciones.html" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="169" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtw66AH5nOVTKBAMmPeS980g5GiauNcJswSz_v6JpWg98ynXrzjfYRcatBTiJnB0gRzGaUp3eHHSoklVZNZ-tX62-WlIOytJsTAxyGmC0CB2jBodmaSoUOxEN_NVwym0hMDX10h6uNsg-D/s320/AGOSTINO.jpg" width="320" /></a></span></div>
<span class="fullpost"><b>Francesco d’Agostino (62) es uno de esos profesores que cualquiera hubiera deseado tener en la universidad. Alguien que, con su discurso, te hace pensar, pero que a la vez es consciente de que puede aburrir y es capaz de reírse de sí mismo. El pasado 15 de mayo estuvo en Barcelona, en la Universitat Internacional de Catalunya, para dar la conferencia inaugural del Congreso Internacional sobre Familia y Sociedad, organizado para celebrar los diez años <span id="goog_1841854034"></span><span id="goog_1841854035"></span>de la institución. “Elementos para una filosofía de la familia”: es de lo que habló. Del hombre y su ser naturalmente familiar, y del papel que tiene el Estado: “no puede calificar como familia algo que no lo es; su obligación es reconocer los roles familiares, y defenderlos”. Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Roma “Tor Vergata”; profesor visitante en París, Madrid, Buenos Aires, Pamplona…; presidente de la Union Internationale del Juristas Catholiques; miembro de la Pontificia Academia pro Vita y consultor del Pontificiu Consilium pro Familia; miembro, desde su creación en 1990, del Comité Nacional Italiano para la Bioética, del que asumió la presidencia un par de veces y hoy es Presidente Honorario… Autor de varios libros entorno a la bioética, familia y derecho, traducidos a idiomas del mundo entero. Con todo, está lejos de una altanería que podría ser propia de su largo currículo. Habla con claridad y sencillez.</b> <br />
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<b>¿Qué cree usted que está pasando hoy, con la familia?</b><br />
En este momento histórico estamos asistiendo a un conflicto que va a marcar época: <b>la batalla entre una visión individualista del hombre y una visión relacional</b>. Yo estoy convencido de que la auténtica es la relacional, pero la otra es muy funcional, por decirlo de algún modo… y ampliamente extendida en el mundo anglosajón. Precisamente esta visión es la que está atacando la familia, por su clara naturaleza relacional. Es algo muy sutil: no un simple negarla, no. Sobre todo se confunde con formas de relación que lejos están de ser algo familiar.<br />
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<b>¿Por qué este ataque?</b><br />
La familia crea unos vínculos indisolubles que no puede crear cualquier tipo de relación. Tan fuertes que ni siquiera <b>el divorcio puede eliminarlos: sí puede liberar del futuro, pero nunca del pasado</b>. Y eso, para el individualista, es inadmisible. Por eso, no es difícil darse cuenta de que el gran triunfo del individualismo sería la destrucción de la familia.<br />
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<b>¿Por qué dice “sería”…?</b><br />
A lo largo de la historia, la familia ha sufrido deformaciones y violencia de muy diversa índole, y esto es parte del gran misterio del pecado que atraviesa la vida de la humanidad. <b>El mal siempre está ahí, pero nunca podrá falsificar qué es realmente la familia</b>. Es un tema muy importante no sólo por sí mismo: en mi opinión, salvar la relacionalidad (y en este caso, la familiar) es salvar la identidad del hombre y de la mujer de hoy y de siempre. Somos animales familiares; es algo que está en nuestra naturaleza. El hombre es persona porque habla; habla porque alguien le ha enseñado… ¡no puede haber un lenguaje individual!...; son relaciones gratuitas y el prototipo de la gratuidad es precisamente la familia. Por eso, <b>si eliminamos la relacionalidad, perdemos la identidad y una serie de experiencias humanas fundamentales ligadas a esta gratuidad: la experiencia del amor, la belleza, la aceptación de la vida temporal (inicio y fin)</b>…<br />
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<b>Así, también la muerte adquiere su sentido</b><br />
Efectivamente. En cierto modo, toda la familia humana es llamada a la eternidad. Los padres aceptan más la mortalidad porque tienen cerca a los hijos y nietos y se entiende que esta vida se da y sigue adelante precisamente por esta donación. Para el individualista, la muerte lo es todo; lo destruye todo. Es un final. Por eso, <b>luchar por la familia, no significa luchar por un modelo anticuado, tradicional, pasado de moda o “católico”. Significa llevar adelante la batalla de la identidad relacional del hombre</b>, como verdadera y auténtica identidad humana. Por decirlo de otro modo: la lucha por la familia es la lucha por la felicidad; un empeño por garantizar la única y auténtica felicidad que el hombre puede conseguir. Cada uno de nosotros es feliz si puede compartir con los demás su propia felicidad… Y si es eterna, mejor. Basta ver un partido de fútbol, para ver lo que es la felicidad compartida.<br />
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<b>Si esto es tan claro, ¿por qué hemos llegado al punto de negar a menudo estos valores?</b><br />
Por un lado, la cultura moderna occidental está muy influida por la anglosajona, con una fuerte carga individualista. Además, en la economía política de hoy, el mero protagonista es el individuo, no es la comunidad. Existen economías alternativas que niegan el primado del individualismo, pero, desgraciadamente, son minoritarias… aún habiendo dado buenos resultados.<br />
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<b>¿Y la secularización?</b><br />
Sí, yo creo que es una de las causas principales de esta situación: la negación de la religiosidad. Y tiene su lógica: la fe es totalmente relacional. Para el cristiano, la oración más importante está muy lejos de ser individualista: “Padre nuestro”… Podría haber sido “mío”; pero no. Cristo dijo “nuestro”. Significa que yo debo rezar con mis hermanos, en comunidad. De hecho, también el Islam reza así. En la lógica de la fe, la fraternidad es un presupuesto porque hay un Padre común. La secularización es individualista porque niega la existencia de Dios y, negándola, cree simplemente en sí misma –en cada individuo–.<br />
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<b>Ideología de género</b><br />
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<b>¿Cree que hoy existen distintos modelos de familia?</b><br />
Este es el gran tema de la ideología de género: el hombre o la mujer no nacen, “se hacen”… Pero volvemos siempre a lo mismo: <b>es una ideología que tiene su origen en la pretensión individualista que dice: “yo elijo mi identidad”. Esto, biológicamente es absurdo e irreal</b>. <b>Nuestra identidad sexual está presente en todas nuestras células, no sólo en las sexuales</b>. Es cierto que puede haber alguien con alguna anomalía sexual, pero siempre tendrá los cromosomas dominantes. Por eso, desde un punto de vista lógico no puede existir el andrógeno del mito griego, el hermafrodita. Psicológicamente es un signo de narcisismo infantil: el narciso se enamora de su misma imagen reflejada en el agua cristalina del río, y al quererse abrazar, se ahoga. Era la explicación que daba Freud y, en esto, tenía razón. Por eso, los que sostienen esta ideología, sostienen también que, si uno puede elegir su sexo, también puede elegir con quien “emparejarse”, sea o no del mismo sexo.<br />
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<b>Pero, si como usted dice, estamos hablando de algo tan irreal, ¿por qué se promueve desde las altas esferas?</b><br />
Porque es plenamente coherente con el individualismo. Si pudiéramos elegir nuestra sexualidad, seríamos señores de nuestra identidad… No es cierto, pero así lo piensan. <b>El cambio de sexo, por ejemplo, es uno de los fraudes más graves de la mente: un individuo que no se reconoce, que se opera para cambiar de sexo… es un engaño</b>: sigue siendo el que era antes, pero con una operación plástica que no le permite actuar como un hombre o una mujer real. Es un desastre. En este sentido, Zapatero ha tomado una medida inteligente: es algo mental, no es un hecho anatómico; pues basta con darle la “satisfacción anagráfica”, sin operaciones quirúrgicas; es decir, un simple cambio en el documento de identidad. ¡Y ya está!<br />
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<b>Con esto, no se soluciona nada</b><br />
Claro que no. Es una salida al ridículo. La realidad es otra distinta: así como para los animales la sexualidad es un hecho biológico, en el hombre tiene una base biológica, pero tiene, también, la necesidad de una elaboración antropológica. En esto, Freud dio una explicación muy buena, en mi opinión. Él decía que la sexualidad del niño cuando nace se manifiesta indiferenciada y genérica. A medida que va creciendo, se relaciona con el padre, la madre, los hermanos, etc., y va asumiendo su papel de hombre o mujer…<br />
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<b>… y cuando los dos padres son del mismo sexo…</b><br />
<b>Se está experimentando en la piel del niño, y nadie sabe qué le puede suceder</b>. Solo se ve que es algo muy peligroso. <b>Hoy por hoy no existen pruebas definitivas de que la homosexualidad tenga una causa cerebral</b>. Yo creo que la teoría freudiana que explica este hecho es una de las mejores: el niño acaba homosexual por una alteración en las relaciones del triángulo generacional; cuando hay, o en el padre o en la madre una alteración neurótica tal, que entra en un estado de confusión, de miedo sexual que lo lleva a tener miedo del sexo opuesto, y a identificarse con el suyo propio: el otro es peligroso, por misterioso. Eso no significa que sea materialmente necesaria la presencia del padre y de la madre. Es el caso de los huérfanos: una mujer viuda, habla del padre, y tiene que tener un profundo respeto por el sexo contrario de su hijo, para que pueda crecer en un estado de equilibrio.<br />
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<b>De todos modos, se ha quitado la homosexualidad de la lista de patologías</b><br />
Sí, y eso es un problema que se fundamenta sobre una hipocresía. Incluso Freud lo consideraba como una patología desde el punto de vista médico. Pero esto no significa discriminarlo, sino todo lo contrario. Como patología, la homosexualidad tendría unos derechos de atención propios de cualquier otra enfermedad del estilo. Pero esta banalización de lo que realmente es, le quita estos derechos. Y si negamos que sea una patología, ¿por qué no lo negamos, también, para la pedofilia, el sadismo, la necrofilia…? ¿Cuál es la finalidad? ¿El “todo va bien y no hay ninguna patología”? Afirmar esto es muy atrevido.<br />
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<b>Bioética</b><br />
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<b>En el campo de la bioética, ¿cuál será el tema más candente en los próximos años?</b><br />
Lo estamos viendo últimamente en Inglaterra: la posibilidad de hacer lícitos los embriones híbridos, de humanos y animales. La cuestión está en que se quieren conseguir más embriones porque los sobrantes de fecundaciones artificiales no son suficientes. Por eso, comenzaron por fabricarlos. Ofrecían 250 liras esterlinas a mujeres extranjeras que “donaban” óvulos, con los que hacían embriones en probeta. Además, les pagaban todos los gastos de viaje y estancia. ¿No es un poco hipócrita llamar “donación” a algo que pagas? Bueno, el caso es que tampoco era suficiente: pocas mujeres, y muy caro. ¿Qué decidieron? Probar con óvulos de vaca y fecundarlos con esperma humano… Así se consiguen embriones a un coste bajísimo: ¡a qué lógica hemos llegado!<br />
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<b>¿Y qué sale de ahí? </b><br />
Aún no podemos decir qué vendrá: están en los inicios. Algunos dicen que son experimentos condenados al fracaso, porque no viven. Pero el problema está en que aunque fuese un animal con alguna característica humana, la violencia infringida a la humanidad es incalificable. <b>Nos encontramos ante una manipulación radical de la identidad humana</b>. Y aquí no hay una vía intermedia: o la respetamos, o le hacemos violencia; no podemos hacerlo en parte. Este es el gran problema que la humanidad tendrá que afrontar en los próximos años.<br />
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<b>Y todo ello, “porque es más barato”…</b><br />
Los científicos implicados dicen que es un avance para la investigación, pero lo mismo decían los nazis. <b>Hay muchos experimentos que hicieron con los judíos que han dado resultados excepcionales. Lo más atroz es que “gracias” a como encerraban a judíos en cámaras frigoríficas</b> y les bajaban la temperatura lentamente hasta que morían, sabemos todo sobre la muerte por congelación. ¡Asesinando centenares de judíos! Se justificaban diciendo que los judíos no eran humanos mientras que estos científicos ingleses, también parten de la idea que la vida prenatal no es una vida humana auténtica.<br />
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<b>¿No estamos entrando en un terreno en el que discriminamos a seres porque no son como queremos?</b><br />
No sólo eso, sino que las consecuencias de este planteamiento atacan de pleno la esencia de la democracia de que todos somos iguales en dignidad, aunque distintos en funciones. Este, pienso que es el peor futuro que se pueda imaginar para la humanidad, porque la democracia se mantiene haciendo un equilibrio fragilísimo; es una especie de ficción.<br />
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<b>¿Se puede hablar de todos estos temas –bioética, familia, sexualidad…– desde una visión no cristiana? </b><br />
Sí, soy católico, pero esto último lo decía Habermas, que no era precisamente cristiano. Y he hablado también de Freud. Hasta ahora he usado sólo unos parámetros antropológicos, no cristianos. Mejor, digámoslo de otro modo: el individualismo que subyace en todos estos problemas es una herejía cristiana: viene del protestantismo, que busca una relación individual con Dios. Es más, en la tradición oriental confuciana no existe el individualismo. Si bien es cierto que hoy la única fuerza cultural que habla de la antropología es el cristianismo, también lo es que es algo accidental en la historia. Del mismo modo como que durante el Renacimiento, el arte fue protegido por los papas: si no, el Renacimiento hubiera muerto. En este sentido, se puede decir que la antropología ha sido salvada por la Iglesia; pero es una salvación ocasional, no es un nexo necesario, pero históricamente ha sido así.<br />
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<b>¿Cómo ve el futuro?</b><br />
Aquí sí que sólo cabe una respuesta cristiana, porque sólo el cristianismo habla de la esperanza como virtud y más, como virtud teologal. Más allá del cristianismo o de las herejías cristianas, el futuro no existe. También el marxismo es una herejía cristiana: la liberación del proletariado es una forma secularizada del Reino de Dios. Y el Islam, y el judaísmo… Como cristianos tenemos el deber de la esperanza y del pensar que todo lo que sucede, sucede para el bien. <b>Yo creo que, como todas las cosas antropológicamente falsas, caerá por su propio peso</b>. Aunque a veces cae después de mucho sufrimiento, muchas vidas, mucho sacrificio… El ejemplo clásico es el nazismo: es falso objetivamente. Nadie demuestra que un negro, o un judío sea menos que cualquier otra persona… La esperanza nos dice que tarde o temprano todo esto, acabará.<br />
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