tag:blogger.com,1999:blog-30488834832054397862024-03-05T10:22:21.955+01:00RescritoDe artículos, entrevistas y otras "rescrituras"jaumefvhttp://www.blogger.com/profile/08949372826306153910noreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-3048883483205439786.post-31383950201155400022012-01-26T11:41:00.001+01:002012-02-16T10:46:09.667+01:00Entrevista a Núria de Gispert<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img border="0" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFhdJhcjv_afxgFD539B3nHOyDRHV1HKDerLqfVBon82fETPFoftxcSglsqUUzr3zQatwE9maqn27wXa9JhGkJ8lAcz8S12-z90iJ88NO44Cp0fZAHX03PFPt6BhHsDaNlalkVC2DUu7SA/s400/entrevista2.jpg" width="400" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Durante la entrevista en el despacho presidencial</td></tr>
</tbody></table>
Cuando entrevisté a <b>Núria de Gispert</b>, actual presidenta del Parlament de Catalunya, me dio la sensación de estar hablando con una persona dedicada a la política. Sí, ya sé que es política, pero lo digo en el sentido de <i>vocacional</i>. La política -lo que los clásicos han entendido como "política"- está para servir al pueblo (a aquel que teóricamente tiene el poder). Y, no sé por qué, me dio la sensación de que De Gispert así lo entendía y así lo vive. A veces parece que los políticos están en otro planeta. De ella, no me dio esta sensación. Es verdad: es política y seguro que se supo vender. Sí. Quizá me equivoque -el tiempo lo dirá-, pero esta fue mi impresión. Y salí contento del palacio parlamentario, la verdad.<br />
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Os dejo la entrevista original (por cuestión de espacio tuvo que ser recortada al publicarse en <i>Mundo Cristiano</i>), y una versión más breve, de <i><a href="http://www.uic.es/newsuic" target="_blank">Newsuic</a></i>.<br />
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<span class="summarypost"><a href="http://rescrito.blogspot.com/2012/01/enrevista-nuria-de-gispert.html">Seguir Leyendo... </a></span><br />
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<span class="fullpost"><br />
<b>Núria de Gispert (Barcelona, 1949) es mujer y es política. Pienso que vale la pena remarcar los dos puntos porque –me parece– son, para ella, como la explicación de toda su vida. Femenina –que no feminista– y defensora –¿o luchadora?– del papel de la mujer en la vida social: “de joven siempre protestaba y buscaba la igualdad entre sexos: yo quería estudiar una carrera universitaria, defender mis derechos… ¡en todos los ámbitos!”. Pero, quizá por una educación muy “a la antigua usanza”, le costó sudores. “Se trataba de otros momentos, otra época. Yo era la pequeña de nueve hermanos –cinco chicas y cuatro chicos–, y era lógico que mis padres lo vieran así; no lo critico y siempre lo he respetado”.</b><br />
<br />
<b>Casada y con cuatro hijos, finalmente estudió la carrera jurídica para dedicarse a lo que realmente era su “vocación”: trabajar en la administración pública. “Estuve un tiempo en la Diputación de Barcelona, hasta que el presidente de la Generalitat de entonces, Josep Tarradellas, pidió la colaboración de 300 funcionarios para crear la nueva administración del gobierno catalán. Me gustó mucho la idea ya que suponía todo un reto, para mí”.</b><br />
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<b>Pasados seis años –cosas de la vida–, De Gispert acabó por afiliarse en Unió Democràtica de Catalunya: “nunca había pensado dedicarme a la política, pero me metí porque sentía como una obligación de devolver la confianza que se me había otorgado, y veía que lo podía hacer sirviendo desde el que había sido siempre mi ámbito, el del derecho”. Así, la vida le ha ido llevando por muchos caminos, hasta llegar, hoy, a ser la primera mujer en presidir el Parlament: “me emocioné, el día de mi investidura, porque veía alcanzada una meta –el de la mujer– que costó mucho tiempo y esfuerzo”. Pero la vida le ha llevado, también, por senderos muy duros, como una enfermedad de la que podría haber muerto…</b><br />
<br />
Tenía, entonces 46 años. Fue un golpe muy fuerte: para mí y toda mi familia. Cuando te dicen que tienes un cáncer, en el fondo no te lo acabas de creer. Has ido conociendo a mucha gente que ha sufrido algún tipo de enfermedad así, pero lo ves como algo completamente ajeno a ti. En cambio, cuando te lo dicen… <b><span style="color: #990000;">Se hace muy difícil, aún sabiendo que estaba en las manos de Dios, y de unos buenos médicos. Yo intentaba no pensar en ello y seguir haciendo lo de todos los días.</span></b><br />
<br />
<b>¿Siguió trabajando?</b><br />
Recuerdo que a los quince días estaba de nuevo en la consejería, pero me cansaba mucho porque el tratamiento al que me sometían era muy duro. No podía realizar grandes esfuerzos: te encontrabas mal… Por eso, pedí que me lo hicieran los fines de semana y, de este modo, poder seguir con mi labor diaria durante el resto. No obstante, fueron meses difíciles.<br />
<br />
<b>¿Cómo lo vivió su familia?</b><br />
Mi hijo más pequeño tenía entonces 16 años, y la mayor 22. Sabían qué estaba pasando, pero como veían que en pocos días estaba de nuevo haciendo vida más o menos normal, tenían un poco la sensación aquella de: “mamá lo superará, no hay problema…”. Pero los viernes por la tarde, cuando volvía del hospital, estaba muerta. Lo pasaba fatal y eso les debía de dejar tocados. <br />
<br />
<b>¿Temió, alguna vez, por su vida?</b><br />
Quizá nunca llegué a pensar que…;<b><span style="color: #990000;"> la esperanza es algo que nunca pierdes, y lo ves en amigos que están en fases terminales y confían en vivir</span></b>. A la distancia, hoy posiblemente lo entienda un poco más, pero en ese momento tenía la sensación de que no me podía pasar nada; “si luchas, lograrás salirte”, pensaba… Pero, fríamente me daba cuenta de que sí: como a aquél o aquél otro… ¿Por qué a él sí y a mí no? El caso es que ahora estoy aquí, y a veces digo que me siento más cansada, que me encuentro peor… y busco la excusa del cáncer. El médico me dice, medio en broma, medio en serio: “sí, mujer, un poco sí…; y la edad: ¡que veinte años también se notan!”.<br />
<br />
<b>Por lo que me cuenta, usted ha sido siempre una mujer muy trabajadora, ¿le ha sido fácil compatibilizarlo con la familia?</b><br />
No, nada fácil; pero es que ni las jóvenes de hoy lo tienen fácil. También mal ayudadas por el contexto crítico en el que vivimos. Pero es que <span style="color: #990000; font-size: large;"><b>aquí, a pesar de tener un clima muy bueno, a veces seguimos trabajando a las ocho de la noche, y esto es incompatible con estar con la familia</b></span>. Es verdad que en los últimos veinte años hemos mejorado mucho en la igualdad de sexos y, poco a poco, también los hombres son más conscientes de la responsabilidad que tienen para con su familia; pero me parece que sigue siendo más difícil para las mujeres que para los hombres.<br />
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<b>Al final es una historia de dos…</b><br />
Sí, claro. Este creo que es el gran problema: darse cuenta de que los dos tienen que ser capaces, quizá, de sacrificar algún momento de su vida para dedicarlo a los suyos. <span style="color: #990000;"><b>Conciliación es esto: una asignatura pendiente que no tiene que venir de fuera, sino desde dentro de la familia</b></span>. En cuestiones legales de igualdad estamos al día; pero es lo que ya he dicho en otras ocasiones: el techo de cristal aún está por romperse.<br />
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<b>¿Es cuestión de “paridad”?</b><br />
No: <b><span style="color: #990000;">la paridad es como una cierta imposición que, aunque ha tenido sus contrapartidas positivas –algunas mujeres muy competentes han logrado tener puestos de responsabilidad porque se han visto como “obligadas” a ello, y de otro modo no habrían alcanzado–, no me parece la solución</span></b>. La mujer siempre se ha planteado si sería buena o no, si podría compatibilizar la vida laboral, política y familiar; y el hombre empieza a planteárselo: hace veinte años no pasaba. Esta mentalidad es la que hay que cambiar.<br />
<br />
<b>Todo esto es un discurso muy feminista; también el día de su investidura, dedicó gran parte de lo que dijo a la mujer. ¿Es, usted, feminista?</b><br />
Desde que tengo uso de razón he sido una gran defensora de la igualdad. De pequeña viví mucho la diferencia entre chico y chica: en educación, en las obligaciones en casa… y siempre protestaba: quería defender mis derechos, en todos los ámbitos. Ahora bien: nunca me planteé ser de una organización feminista. Tuve posibilidades de entrar en alguna, pero me daba la impresión de que acotaba demasiado, que era un poco cerrado: ciertos planteamientos feministas no iban conmigo. <span style="color: #990000; font-size: large;"><b>Defiendo la igualdad, pero en el sentido de que los dos sexos suman, no son contradictorios. Somos diferentes, y la diferencia nos enriquece. Nos complementamos</b></span>. Por eso quise dedicar una parte de mi discurso a las mujeres que habían luchado por nuestros derechos y habían conseguido lo que hoy tenemos, que es muy importante.<br />
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<b>¿Se lo pensó mucho, al preparar su discurso?</b><br />
Era la ocasión que tenía, aprovechando esa atalaya. Pedí consejo a mis colaboradores. “¿De qué querrías que se hablara al día siguiente?”, me dijo uno. “De que la nueva presidenta del Parlament ha defendido el derecho de las mujeres porque muchas lo están esperando”. Y así fue y creo que no me equivoqué. Dudé porque no quería que se me viera demasiado feminista o “de género”, porque no soy así; pero al final, lo hice. Sólo el año que no tengamos que celebrar el día de la mujer trabajadora habremos conseguido normalizar este aspecto. Hasta ese momento, está claro que tendré que participar en algún acto o escribir algún artículo sobre la mujer… pero siempre teniendo presente este aspecto.<br />
<br />
<b>En su discurso, hizo referencia a dos autores cristianos, Maritain y Cardó: no es normal, por los tiempos que corren: ¿hemos olvidado nuestras raíces?</b><br />
Yo me crié en una familia cristiana: nunca me he escondido de serlo. Pero es que, además, Unió ha bebido mucho del pensamiento de estos dos autores. Sea como sea, <span style="color: #990000;"><b>¿cómo es posible que se discuta si Europa tiene o no raíces cristianas? ¿Es que vamos a negar nuestra historia?</b></span><br />
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<b>A veces parece que sea un tema tabú</b><br />
Sí. Mira, en una misma legislatura sucedieron dos hechos muy significativos. Cuando murió <b>Juan Pablo II</b>, se pidió un minuto de silencio y en la junta de portavoces se dijo que sí. En el momento de hacerlo, ostensiblemente, un grupo y medio de la cámara se levantó y se fue. Pero, ¡hombre! Aunque sea en señal de respeto: ¡que representa millones de personas, muchas de las cuales te han votado! En cambio, cuando vino el <b>Dalai Lama</b>, todos se daban de bofetadas para saludarle… Esto no tiene ningún sentido.<br />
<br />
<b>¿Cuál cree que tiene que ser el papel de los cristianos en política?</b><br />
De entrada, pienso que es muy importante separar claramente política e Iglesia. Esto no significa que tengas que sustraerte de todo aquello que es tuyo, lo que has vivido o lo que crees. Como presidenta de un parlamento, mi papel tiene que ser muy neutro –en el sentido positivo–, teniendo en cuenta que soy presidenta de todos y represento, por tanto, a 135 diputados. Ahora bien, mis discursos, la elección de dónde voy o dejo de ir, etc., está muy ligado a mi modo de ser y, como soy cristiana –hay muchos cristianos en política– siempre estará presente lo que pienso de la persona, de la comunidad… Es un poco la manera de defender lo que crees y lo que eres, ¿no?<br />
<br />
<b>Quizá sea la falta de coherencia de los políticos lo que haya llevado a unos altos niveles de desafección para con ellos, ¿no le parece?</b><br />
Bueno…; por un lado, pienso que es lo que ocurre con todas las democracias: cuando se ve como algo natural, empieza el desinterés ciudadano. Recuerdo, en los años 70, viajar a Alemania y quedar como hipnotizada viendo los mítines que ahí se hacían, la publicidad… Era algo que estábamos esperando, pero nos sorprendía el alto abstencionismo que había. “Esto no nos pasará”, nos decíamos. “En cuanto tengamos la oportunidad, seguro que no seremos así”… Pero, ya ves: nos hemos acomodado.<br />
<br />
<b>¿Estamos ante una crisis de valores?</b><br />
Yo creo que sí. Valores que siempre habíamos tenido como necesarios para nuestro desarrollo, sencillamente los eliminamos y, cuando uno se da cuenta, ya es tarde:<span style="color: #990000;"> <b>¿hay que llegar al final del túnel para ver que necesitamos la cultura del esfuerzo, el valor de la autoestima, el de la iniciativa, el compromiso personal y colectivo…?</b></span> En todo esto, la familia –que durante muchos años ha quedado abandonada– tiene un papel absolutamente necesario. Es la principal educadora, sin formar compartimentos estancos con la escuela: no sólo en aspectos materiales, sino completamente, como personas; educación integral desde el humanismo, con la inspiración que se quiera, pero total. Entonces, cuando pasas cinco, ocho, diez años, obviando todo esto, pasa lo que está pasando con los informes Pisa o con los que quieras.<br />
<br />
<b>¿Cree que es una situación tan grave como se plantea?</b><br />
Sí; y pienso que lo de los valores es la raíz de esta situación. Hemos vivido en un estado de bienestar más allá de nuestras posibilidades reales y, con el tiempo, ha hecho mella. El problema es que a veces da la sensación de que los que han estado más arriba, o bien no se han dado cuenta o han preferido mirar hacia otro lado; y, cuando en 2007 la crisis era una realidad, y otros países europeos como Alemania, Francia o Italia empezaron a reaccionar, en España perdimos dos años. Yo diría que es la peor crisis que hemos tenido en los últimos cincuenta años. Es más: estamos ante una situación sin soluciones directas, sino que tienes que ser capaz de entender todo el mundo que nos rodea y procurar tomar decisiones que aquí hemos tomado tarde y mal.<br />
<br />
<b>¿Qué querría que se recordara más, de la primera mujer presidenta del parlamento catalán?</b><br />
Que he intentado ser una presidenta abierta a todos y que la vida parlamentaria fuera lo más cómoda posible, sabiendo que cada uno tiene su modo de pensar y ser, su política. Además, me gustaría que se notara la huella de una mujer y que, aún siendo diferentes de los hombres, esta diferencia en positivo se muestre en la toma de decisiones o en la forma de tomarlas...; o en aquello que siempre digo de que las mujeres nos preocupamos tanto del día a día que siempre vamos a tiro hecho y procuramos ir más rápido y si una reunión puede durar veinte minutos, que no dure cuarenta, porque hay que trabajar mucho y bien.<br />
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*****<br />
<b>RECUADRO</b><br />
<b><br />
</b> <b>Núria de Gispert i Català</b>, hoy es muy honorable. Mujer madre. Presidenta del Parlament de Catalunya desde hace ya casi un año: en diciembre pasado se constituía el noveno parlamento catalán de la democracia en España; y ella, la primera mujer en presidir ese hemiciclo. Por ello, se emocionó: oyó su nombre, se levantó y miró hacia donde estaban sus familiares: una docena, entre marido e hijos. Mujer fuerte. No dudó en usar parte de su discurso de investidura para hablar de la situación histórica de la mujer en la sociedad: “Sin contar momentos puntuales, hasta ahora no hemos escrito la historia, pero queremos escribirla en el futuro”. “En el siglo XXI tenemos una imagen más fuerte en cuanto a derechos y participación en la esfera pública, pero hay que seguir luchando asumiendo la diferencia como fuente de igualdad, rompiendo, así, el techo de cristal que no se ve, pero impide alcanzar la igualdad real”. Una diferencia que nos complementa, no nos separa. “Aportamos una visión de la vida distinta, ni mejor ni peor; formas distintas de tomar decisiones”. Mujer fuerte, pero conciliadora. De esas personas que hacen agradable la política, porque la han entendido como servicio: “la política es huir del maniqueísmo de los buenos y los malos; es hacer del diálogo premisa básica de nuestro cuaderno de bitácora; es eliminar de nuestro manual de conducta el insulto; es entender la política como un servicio”. “Sólo si avanzamos juntos fortalecemos y damos cohesión a nuestro país”. Mujer y señora de Barcelona. Un periódico la vistió de hada madrina. Y ella, que querría poder tocar con la varita y acabar con esta crisis. ¿Lo conseguirá? Su simpatía, por lo menos, la hace más llevadera. Veremos.<br />
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<span class="fullpost"><a href="http://issuu.com/jaumefv/docs/entrevista_degispert?mode=embed&layout=http%3A%2F%2Fskin.issuu.com%2Fv%2Flight%2Flayout.xml&showFlipBtn=true" target="_blank">Open publication</a></span></div>
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Y aquí la versión breve de <i>Newsuic</i>.</div>
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<a href="http://es.scribd.com/doc/79442992/Entrevista-a-Nuria-de-Gispert" style="-x-system-font: none; display: block; font-family: Helvetica,Arial,Sans-serif; font-size-adjust: none; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 12px auto 6px auto; text-decoration: underline;" target="blank" title="View Entrevista a Núria de Gispert on Scribd">Entrevista a Núria de Gispert</a><iframe class="scribd_iframe_embed" data-aspect-ratio="0.828146143437077" data-auto-height="false" frameborder="0" height="543" id="doc_52778" scrolling="no" src="http://www.scribd.com/embeds/79442992/content?start_page=1&view_mode=list&access_key=key-7hs92ke8eb6wsnsbas9" width="400"></iframe><br />
</span>jaumefvhttp://www.blogger.com/profile/08949372826306153910noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3048883483205439786.post-62703988219518225572010-06-23T17:51:00.017+02:002012-01-25T16:01:11.211+01:00¿Quién es el hombre? Mis conversaciones con un viejo profesor<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<img border="0" height="208" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpjLNupawVgMQt5IYw1E3nzBnkORoCNfaW22SbCqOexUfOdErD5uNrrDek2TOoTNeyI1Z1d7gSHx_FOHWL3B2AyE71SdWEyfigG8TJBJf2sOyww3HSxZcNFO88rknSnF6YcYK8WGYvtv9G/s640/mafalda-veo-veo.jpg" width="640" /></div>
Esta es una entrevista que hice hace ya unos años. Salió publicada en el número doble de agosto-septiembre de 2008, en <i>Mundo Cristiano</i>. Esa fue la versión larga. Otra versión -más corta- salió en <i>Newsuic</i>. Y es que el entrevistado, <b>Francesco d'Agostino</b> -presidente del Comité Nacional Italiano de Bioética-, estuvo en la UIC para el congreso internacional sobre familia y sociedad. Estuve con él un poco más de una hora y, contrariamente a lo que uno se podría imaginar, fue un rato muy entretenido y, sobre todo, muy interesante. Pero bueno, no me enrollo, y os la dejo aquí, según una de las primeras versiones y cómo salió publicada.<br />
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<span class="summarypost"><a bitly="BITLY_PROCESSED" href="http://rescrito.blogspot.com/2010/06/quien-es-el-hombre-mis-conversaciones.html">Seguir Leyendo... </a></span><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span class="fullpost"><a bitly="BITLY_PROCESSED" href="http://rescrito.blogspot.com/2010/06/quien-es-el-hombre-mis-conversaciones.html" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="169" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtw66AH5nOVTKBAMmPeS980g5GiauNcJswSz_v6JpWg98ynXrzjfYRcatBTiJnB0gRzGaUp3eHHSoklVZNZ-tX62-WlIOytJsTAxyGmC0CB2jBodmaSoUOxEN_NVwym0hMDX10h6uNsg-D/s320/AGOSTINO.jpg" width="320" /></a></span></div>
<span class="fullpost"><b>Francesco d’Agostino (62) es uno de esos profesores que cualquiera hubiera deseado tener en la universidad. Alguien que, con su discurso, te hace pensar, pero que a la vez es consciente de que puede aburrir y es capaz de reírse de sí mismo. El pasado 15 de mayo estuvo en Barcelona, en la Universitat Internacional de Catalunya, para dar la conferencia inaugural del Congreso Internacional sobre Familia y Sociedad, organizado para celebrar los diez años <span id="goog_1841854034"></span><span id="goog_1841854035"></span>de la institución. “Elementos para una filosofía de la familia”: es de lo que habló. Del hombre y su ser naturalmente familiar, y del papel que tiene el Estado: “no puede calificar como familia algo que no lo es; su obligación es reconocer los roles familiares, y defenderlos”. Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Roma “Tor Vergata”; profesor visitante en París, Madrid, Buenos Aires, Pamplona…; presidente de la Union Internationale del Juristas Catholiques; miembro de la Pontificia Academia pro Vita y consultor del Pontificiu Consilium pro Familia; miembro, desde su creación en 1990, del Comité Nacional Italiano para la Bioética, del que asumió la presidencia un par de veces y hoy es Presidente Honorario… Autor de varios libros entorno a la bioética, familia y derecho, traducidos a idiomas del mundo entero. Con todo, está lejos de una altanería que podría ser propia de su largo currículo. Habla con claridad y sencillez.</b> <br />
<br />
<b>¿Qué cree usted que está pasando hoy, con la familia?</b><br />
En este momento histórico estamos asistiendo a un conflicto que va a marcar época: <b>la batalla entre una visión individualista del hombre y una visión relacional</b>. Yo estoy convencido de que la auténtica es la relacional, pero la otra es muy funcional, por decirlo de algún modo… y ampliamente extendida en el mundo anglosajón. Precisamente esta visión es la que está atacando la familia, por su clara naturaleza relacional. Es algo muy sutil: no un simple negarla, no. Sobre todo se confunde con formas de relación que lejos están de ser algo familiar.<br />
<br />
<b>¿Por qué este ataque?</b><br />
La familia crea unos vínculos indisolubles que no puede crear cualquier tipo de relación. Tan fuertes que ni siquiera <b>el divorcio puede eliminarlos: sí puede liberar del futuro, pero nunca del pasado</b>. Y eso, para el individualista, es inadmisible. Por eso, no es difícil darse cuenta de que el gran triunfo del individualismo sería la destrucción de la familia.<br />
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<b>¿Por qué dice “sería”…?</b><br />
A lo largo de la historia, la familia ha sufrido deformaciones y violencia de muy diversa índole, y esto es parte del gran misterio del pecado que atraviesa la vida de la humanidad. <b>El mal siempre está ahí, pero nunca podrá falsificar qué es realmente la familia</b>. Es un tema muy importante no sólo por sí mismo: en mi opinión, salvar la relacionalidad (y en este caso, la familiar) es salvar la identidad del hombre y de la mujer de hoy y de siempre. Somos animales familiares; es algo que está en nuestra naturaleza. El hombre es persona porque habla; habla porque alguien le ha enseñado… ¡no puede haber un lenguaje individual!...; son relaciones gratuitas y el prototipo de la gratuidad es precisamente la familia. Por eso, <b>si eliminamos la relacionalidad, perdemos la identidad y una serie de experiencias humanas fundamentales ligadas a esta gratuidad: la experiencia del amor, la belleza, la aceptación de la vida temporal (inicio y fin)</b>…<br />
<br />
<b>Así, también la muerte adquiere su sentido</b><br />
Efectivamente. En cierto modo, toda la familia humana es llamada a la eternidad. Los padres aceptan más la mortalidad porque tienen cerca a los hijos y nietos y se entiende que esta vida se da y sigue adelante precisamente por esta donación. Para el individualista, la muerte lo es todo; lo destruye todo. Es un final. Por eso, <b>luchar por la familia, no significa luchar por un modelo anticuado, tradicional, pasado de moda o “católico”. Significa llevar adelante la batalla de la identidad relacional del hombre</b>, como verdadera y auténtica identidad humana. Por decirlo de otro modo: la lucha por la familia es la lucha por la felicidad; un empeño por garantizar la única y auténtica felicidad que el hombre puede conseguir. Cada uno de nosotros es feliz si puede compartir con los demás su propia felicidad… Y si es eterna, mejor. Basta ver un partido de fútbol, para ver lo que es la felicidad compartida.<br />
<br />
<b>Si esto es tan claro, ¿por qué hemos llegado al punto de negar a menudo estos valores?</b><br />
Por un lado, la cultura moderna occidental está muy influida por la anglosajona, con una fuerte carga individualista. Además, en la economía política de hoy, el mero protagonista es el individuo, no es la comunidad. Existen economías alternativas que niegan el primado del individualismo, pero, desgraciadamente, son minoritarias… aún habiendo dado buenos resultados.<br />
<br />
<b>¿Y la secularización?</b><br />
Sí, yo creo que es una de las causas principales de esta situación: la negación de la religiosidad. Y tiene su lógica: la fe es totalmente relacional. Para el cristiano, la oración más importante está muy lejos de ser individualista: “Padre nuestro”… Podría haber sido “mío”; pero no. Cristo dijo “nuestro”. Significa que yo debo rezar con mis hermanos, en comunidad. De hecho, también el Islam reza así. En la lógica de la fe, la fraternidad es un presupuesto porque hay un Padre común. La secularización es individualista porque niega la existencia de Dios y, negándola, cree simplemente en sí misma –en cada individuo–.<br />
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<b>Ideología de género</b><br />
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<b>¿Cree que hoy existen distintos modelos de familia?</b><br />
Este es el gran tema de la ideología de género: el hombre o la mujer no nacen, “se hacen”… Pero volvemos siempre a lo mismo: <b>es una ideología que tiene su origen en la pretensión individualista que dice: “yo elijo mi identidad”. Esto, biológicamente es absurdo e irreal</b>. <b>Nuestra identidad sexual está presente en todas nuestras células, no sólo en las sexuales</b>. Es cierto que puede haber alguien con alguna anomalía sexual, pero siempre tendrá los cromosomas dominantes. Por eso, desde un punto de vista lógico no puede existir el andrógeno del mito griego, el hermafrodita. Psicológicamente es un signo de narcisismo infantil: el narciso se enamora de su misma imagen reflejada en el agua cristalina del río, y al quererse abrazar, se ahoga. Era la explicación que daba Freud y, en esto, tenía razón. Por eso, los que sostienen esta ideología, sostienen también que, si uno puede elegir su sexo, también puede elegir con quien “emparejarse”, sea o no del mismo sexo.<br />
<br />
<b>Pero, si como usted dice, estamos hablando de algo tan irreal, ¿por qué se promueve desde las altas esferas?</b><br />
Porque es plenamente coherente con el individualismo. Si pudiéramos elegir nuestra sexualidad, seríamos señores de nuestra identidad… No es cierto, pero así lo piensan. <b>El cambio de sexo, por ejemplo, es uno de los fraudes más graves de la mente: un individuo que no se reconoce, que se opera para cambiar de sexo… es un engaño</b>: sigue siendo el que era antes, pero con una operación plástica que no le permite actuar como un hombre o una mujer real. Es un desastre. En este sentido, Zapatero ha tomado una medida inteligente: es algo mental, no es un hecho anatómico; pues basta con darle la “satisfacción anagráfica”, sin operaciones quirúrgicas; es decir, un simple cambio en el documento de identidad. ¡Y ya está!<br />
<br />
<b>Con esto, no se soluciona nada</b><br />
Claro que no. Es una salida al ridículo. La realidad es otra distinta: así como para los animales la sexualidad es un hecho biológico, en el hombre tiene una base biológica, pero tiene, también, la necesidad de una elaboración antropológica. En esto, Freud dio una explicación muy buena, en mi opinión. Él decía que la sexualidad del niño cuando nace se manifiesta indiferenciada y genérica. A medida que va creciendo, se relaciona con el padre, la madre, los hermanos, etc., y va asumiendo su papel de hombre o mujer…<br />
<br />
<b>… y cuando los dos padres son del mismo sexo…</b><br />
<b>Se está experimentando en la piel del niño, y nadie sabe qué le puede suceder</b>. Solo se ve que es algo muy peligroso. <b>Hoy por hoy no existen pruebas definitivas de que la homosexualidad tenga una causa cerebral</b>. Yo creo que la teoría freudiana que explica este hecho es una de las mejores: el niño acaba homosexual por una alteración en las relaciones del triángulo generacional; cuando hay, o en el padre o en la madre una alteración neurótica tal, que entra en un estado de confusión, de miedo sexual que lo lleva a tener miedo del sexo opuesto, y a identificarse con el suyo propio: el otro es peligroso, por misterioso. Eso no significa que sea materialmente necesaria la presencia del padre y de la madre. Es el caso de los huérfanos: una mujer viuda, habla del padre, y tiene que tener un profundo respeto por el sexo contrario de su hijo, para que pueda crecer en un estado de equilibrio.<br />
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<b>De todos modos, se ha quitado la homosexualidad de la lista de patologías</b><br />
Sí, y eso es un problema que se fundamenta sobre una hipocresía. Incluso Freud lo consideraba como una patología desde el punto de vista médico. Pero esto no significa discriminarlo, sino todo lo contrario. Como patología, la homosexualidad tendría unos derechos de atención propios de cualquier otra enfermedad del estilo. Pero esta banalización de lo que realmente es, le quita estos derechos. Y si negamos que sea una patología, ¿por qué no lo negamos, también, para la pedofilia, el sadismo, la necrofilia…? ¿Cuál es la finalidad? ¿El “todo va bien y no hay ninguna patología”? Afirmar esto es muy atrevido.<br />
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<b>Bioética</b><br />
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<b>En el campo de la bioética, ¿cuál será el tema más candente en los próximos años?</b><br />
Lo estamos viendo últimamente en Inglaterra: la posibilidad de hacer lícitos los embriones híbridos, de humanos y animales. La cuestión está en que se quieren conseguir más embriones porque los sobrantes de fecundaciones artificiales no son suficientes. Por eso, comenzaron por fabricarlos. Ofrecían 250 liras esterlinas a mujeres extranjeras que “donaban” óvulos, con los que hacían embriones en probeta. Además, les pagaban todos los gastos de viaje y estancia. ¿No es un poco hipócrita llamar “donación” a algo que pagas? Bueno, el caso es que tampoco era suficiente: pocas mujeres, y muy caro. ¿Qué decidieron? Probar con óvulos de vaca y fecundarlos con esperma humano… Así se consiguen embriones a un coste bajísimo: ¡a qué lógica hemos llegado!<br />
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<b>¿Y qué sale de ahí? </b><br />
Aún no podemos decir qué vendrá: están en los inicios. Algunos dicen que son experimentos condenados al fracaso, porque no viven. Pero el problema está en que aunque fuese un animal con alguna característica humana, la violencia infringida a la humanidad es incalificable. <b>Nos encontramos ante una manipulación radical de la identidad humana</b>. Y aquí no hay una vía intermedia: o la respetamos, o le hacemos violencia; no podemos hacerlo en parte. Este es el gran problema que la humanidad tendrá que afrontar en los próximos años.<br />
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<b>Y todo ello, “porque es más barato”…</b><br />
Los científicos implicados dicen que es un avance para la investigación, pero lo mismo decían los nazis. <b>Hay muchos experimentos que hicieron con los judíos que han dado resultados excepcionales. Lo más atroz es que “gracias” a como encerraban a judíos en cámaras frigoríficas</b> y les bajaban la temperatura lentamente hasta que morían, sabemos todo sobre la muerte por congelación. ¡Asesinando centenares de judíos! Se justificaban diciendo que los judíos no eran humanos mientras que estos científicos ingleses, también parten de la idea que la vida prenatal no es una vida humana auténtica.<br />
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<b>¿No estamos entrando en un terreno en el que discriminamos a seres porque no son como queremos?</b><br />
No sólo eso, sino que las consecuencias de este planteamiento atacan de pleno la esencia de la democracia de que todos somos iguales en dignidad, aunque distintos en funciones. Este, pienso que es el peor futuro que se pueda imaginar para la humanidad, porque la democracia se mantiene haciendo un equilibrio fragilísimo; es una especie de ficción.<br />
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<b>¿Se puede hablar de todos estos temas –bioética, familia, sexualidad…– desde una visión no cristiana? </b><br />
Sí, soy católico, pero esto último lo decía Habermas, que no era precisamente cristiano. Y he hablado también de Freud. Hasta ahora he usado sólo unos parámetros antropológicos, no cristianos. Mejor, digámoslo de otro modo: el individualismo que subyace en todos estos problemas es una herejía cristiana: viene del protestantismo, que busca una relación individual con Dios. Es más, en la tradición oriental confuciana no existe el individualismo. Si bien es cierto que hoy la única fuerza cultural que habla de la antropología es el cristianismo, también lo es que es algo accidental en la historia. Del mismo modo como que durante el Renacimiento, el arte fue protegido por los papas: si no, el Renacimiento hubiera muerto. En este sentido, se puede decir que la antropología ha sido salvada por la Iglesia; pero es una salvación ocasional, no es un nexo necesario, pero históricamente ha sido así.<br />
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<b>¿Cómo ve el futuro?</b><br />
Aquí sí que sólo cabe una respuesta cristiana, porque sólo el cristianismo habla de la esperanza como virtud y más, como virtud teologal. Más allá del cristianismo o de las herejías cristianas, el futuro no existe. También el marxismo es una herejía cristiana: la liberación del proletariado es una forma secularizada del Reino de Dios. Y el Islam, y el judaísmo… Como cristianos tenemos el deber de la esperanza y del pensar que todo lo que sucede, sucede para el bien. <b>Yo creo que, como todas las cosas antropológicamente falsas, caerá por su propio peso</b>. Aunque a veces cae después de mucho sufrimiento, muchas vidas, mucho sacrificio… El ejemplo clásico es el nazismo: es falso objetivamente. Nadie demuestra que un negro, o un judío sea menos que cualquier otra persona… La esperanza nos dice que tarde o temprano todo esto, acabará.<br />
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